Nuestra mente puede ser nuestro mejor amigo o nuestro peor enemigo.
Muchas veces tenemos un objetivo importante que queremos alcanzar, y contamos con el conocimiento unido a la experiencia necesarios para conseguirlo con merecida justicia. Pero un mal uso de nuestros dones personales, una actitud equivocada dubitativa o demasiado confiada, nos podrían hacer fracasar.
El estudiante que tiene la capacidad de sacar grandes notas en una oposición puede confiarse y estudiar tarde y mal, poniendo en peligro unas posibles buenas notas. Un emprendedor que es eficazmente creativo en sus tareas puede por ese motivo también confiarse demasiado, y comenzar a posponer unos buenos tiempos para la ejecución de estas. Seguro que se nos ocurren muchos más ejemplos. ¿Cuál es la solución para evitar estos errores? Les propongo cuatro patrones automáticos de comportamiento de gran utilidad práctica para conseguir nuestras metas sin convertirnos en nuestros propios auto saboteadores.
En primer lugar
Tener claridad sobre objetivos y motivaciones. La importantísima pregunta que usted debe hacerse es “¿Vale la pena el premio?”. Porque según valoremos esa meta actuaremos con energía emocional suficiente y con una buena actitud para alcanzarla.
En segundo lugar
Debemos tener persistencia y continuidad. Debemos estar dispuestos a trabajar por el cambio que queremos conseguir respecto a nosotros mismos sin desfallecer. Todas las personas con “buenos motivos” comienzan a trabajar por algo, pero solo el triunfador es el que no se distrae ni desfallece. El triunfador camina con la mirada serena hacia su objetivo eludiendo todos los obstáculos que aparecen en el camino. Los “milagros” existen, pero debemos estar dispuestos a trabajar por ellos. La “magia” en cierto modo existe, pero de ser así, usted es quien la construye. Nadie le va a regalar nada.
En tercer lugar
Después del trabajo mental, toca hacer balance de su activo personal. Pregúntese “¿Que he conseguido hasta ahora? ¿Qué cualidades me han llevado a ello? Persistencia, creatividad, buena capacidad de análisis, control de los tiempos, etc.” Disfrute de su triunfo y del derecho de saborearlo, e lo ha ganado. Hay que darse recompensas.
En último lugar
¡No se “duerma” recreándose en las recompensas! Vuelva a pasar a la acción, pero con más ímpetu todavía. Si ve que el gimnasio de la mente está comenzando a fortalecer los “músculos psíquicos” de la voluntad, usted se está acostumbrando al proceso y comienza a ser verdaderamente consciente de sus posibilidades cognitivas y emocionales. Además, empezará a ser consciente del potencial de su propio activo personal. En consecuencia, póngase otro listón, otra meta a seguir y comience de nuevo a intentar luchar por el siguiente premio.