Al enemigo lo hacemos mayor de lo que es con nuestra actitud
En buena parte de los procesos emocionales de los fumadores, muchos de estos desean dejar el hábito del tabaquismo. Sin embargo, delante de la sensación de que es algo “difícil” y acarreador de un “gran esfuerzo” de voluntad, crean su propio auto sabotaje y se rinden ante la batalla con el cigarrillo. Esto quiere decir que la atención motivacional de quien quiere dejar de ser fumador, no está en la dirección correcta.
La buena noticia es que dejar de fumar es más sencillo de lo que parece si nuestras emociones aprenden a auto concentrarse en algunos de los siguientes puntos. ¡Poner la atención en el lugar correcto!
Puntos débiles del enemigo
Primero habrá que pasar a valorar cuales son los puntos débiles del enemigo. Esta información nos puede ayudar a conseguir una lista de motivos por los cuales queremos dejar de fumar. Gracias a estos podremos influir positivamente en el resultado de la ardua tarea de dejar de fumar.
El gasto económico inútil
Comprar tabaco es algo similar a abrir la ventana y echar a la calle un billete de cinco euros ¡cada día! ¿Podría ese dinero utilizarse para algo más útil si se ahorrase para otros asuntos? Creo que ya saben la respuesta. Pero es más grave, ese dinero en realidad lo estamos usando para envenenarnos los pulmones ¡voluntariamente! Y si lo pensamos bien, esto sí que es una absoluta locura.
El ataque contra nuestra salud
El cigarrillo contiene alquitrán, nicotina, monóxido de carbono y unos cuatro mil componentes químicos. Entre ellos, unos cuarenta pueden provocar cáncer. Hombres y mujeres nos levantamos por las mañanas, nos ponemos frente a un espejo, nos acicalamos y nos limpiamos el rostro. Al hacer esto nos podemos ver a nosotros mismos evolucionando físicamente. ¿Si viéramos todas las mañanas, día a día, mes a mes, año a año el color de nuestros pulmones por causa del tabaco? ¿Cómo responderíamos?
La pérdida de autoestima y el mal ejemplo a los más pequeños:
Los niños son como esponjas que absorben la actitud de los padres, es decir, copian lo que ven en casa. ¿Estamos dando un buen ejemplo a nuestros hijos si les estamos enseñando que atentar contra la propia salud a través de fumar tabaco es un acto “normal”? El padre o madre es consciente de ello, y la sensación de culpabilidad estará ahí. Ignorarla no la resolverá.
También hay aspectos de higiene personal a los que el tabaco afecta. ¿De qué sirve comprarse la mejor colonia o perfume, si echamos a perder la fragancia con la que nos hemos querido adornar olfativamente con el humo del tabaco?
Actuemos con coherencia y el cambio será posible
Hay más motivos para expulsar de nuestras vidas el mal hábito de fumar, pero algunos de los ya citados son más que suficientes. Si programamos nuestra mente repetidamente con algunos de ellos, la mente aprenderá la respuesta y eliminaremos por completo el deseo de fumar. Sabemos que es más fácil de lo que parece. Pero hay que ponerse en serio y actuar con coherencia.